La intervención educativa es un programa que incluye medidas específicas para ayudar a un niño a mejorar en un área académica, como pueden ser las matemáticas o la lectura. No se trata de una intervención psicológica, sino que se enfoca en cómo mejorar el rendimiento académico para permitir que el estudiante siga avanzando. Por ende, el concepto de intervención educativa se basa en una serie de acciones especialmente diseñadas para satisfacer las necesidades concretas del alumno.
Este tipo de intervenciones tienen como objetivo final fomentar el desarrollo integral de los niños a través de la educación. Proporcionan la ayuda adicional que necesitan para superar sus deficiencias, de manera que no se queden rezagados y puedan finalizar el curso escolar. Suele tratarse de programas concretos y están limitadas en el tiempo, desarrollándose bajo la supervisión de los padres y los profesionales del centro educativo.
¿Qué se requiere para realizar un proyecto de intervención educativa?
Independientemente de los modelos de intervención educativa que se utilicen, para realizar este tipo de proyectos hay que seguir tres pasos básicos:
Análisis y diagnóstico de la situación
En esta primera fase se analizan las necesidades educativas, las motivaciones y las dificultades que presentan los alumnos. También se intentan detectar las fortalezas y oportunidades, así como el origen de los problemas pues no demandan el mismo abordaje las dificultades en el aprendizaje debido a una dislexia que por un déficit de atención.
Además, hay que tener en cuenta los recursos materiales de los que se dispone: los directos que se pueden movilizar con facilidad, como el equipamiento del colegio, y aquellos indirectos, como el acceso a bibliotecas externas. Cuanto más integral y preciso sea el diagnóstico inicial, más se podrá personalizar la intervención educativa.

